jueves, 30 de agosto de 2012

Vuelta a casa, y yo con tres kilos más...!!!!

Tres semanas en La Manga. Tres kilos. Matemático. En mi caso, claro. No tiene porqué ser así necesariamente. Mi marido, por ejemplo, ha perdido medio kilo en esas mismas tres semanas (si, muy desalentador). 

Semejanzas en el régimen de vida en este tiempo: los dos mañana y tarde con la nena en la playa y en la piscina. Los dos excesos en la comida (tampoco nada del otro mundo, la verdad, mucha pasta, aperitivos, patatas fritas...).


Diferencias: mi marido no ha abandonado su régimen de ejercicio físico. Ha hecho al menos una hora de bicicleta diaria, más cinta elástica para mantener el tono. Yo en realidad tampoco lo he abandonado. He seguido sin hacer nada. Bueno, he corrido tres tardes media hora, acompañada de él y he subido tres o cuatro veces las escaleras (seis pisos, no está mal).

Yo me he bebido al menos un litro diario de cerveza (un tercio en el aperitivo, un tercio en la comida, un tercio en la cena). Digo al menos, porque muchos días ha caído más (que horror, con razón tengo los ojos amarillentos...). El, en cambio, ha seguido moderando mucho su consumo de alcohol. Alguna cervecita, sí, pero combinándola con tinto de verano, que es más sano (para quien le guste es una buena opción, yo preferiría beber agua...).
Picoteo: mi marido no pica nada de nada. Ni ordinariamente, ni cuando está de vacaciones. Bueno, a lo sumo una zanahoria de vez en cuando, puede que alguna vez un fruto seco...Yo me tiro a las patatas fritas como una loca, sobre todo si se acompañan de cerveza, y eso que intento moderarme. Dice él que nunca ha visto a nadie comer patatas fritas con tanto gusto, salvo a mis hermanas, claro. Es que es cosa de familia (eso y el gusto por la cerveza, tampoco ha visto mujeres más cerveceras).

En definitiva, a estas edades no puede una (ni uno) descuidarse ni un momento,  menos tres semanas. No se trata además de estar más o menos delgado, sino de estar sano, aspecto éste que empieza a cobrar relevancia,  y que pasa necesariamente por la dieta y el ejercicio.

Pero después de esta reflexión, la realidad se impone: yo tengo que perder algo de peso antes de volver al trabajo, si quiero ir vestida con cierta comodidad, es decir, no embutida en un vestido o enfundada en unos pantalones que te obligan a aguantar la respiración hasta que te sientas tras la mesa y puedes bajarte la cremallera. Que sensación más desagradable!!!.
Así que ya he comenzado a hacer dieta. Aunque me planteé hacer la Dukan (ya la he probado antes), he optado por otra, la Smart. A ver como me me va...

Os dejo algunas imágenes de mi estancia en La Manga, un sitio con unas puestas de sol inigualables. Y una foto mía. Tumbada así, doy el pego. De pie es otro cantar...








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